La relación de pareja o de los padres es vital para el crecimiento y desarrollo social, mental, físico y espiritual de los hijos. El niño, al observar la forma cómo conviven e interactúan sus padres, aprende sus patrones de conducta.
Entre ellos están la manera de expresar sentimientos, dado que si sus padres nunca le expresan al pequeño lo que piensan o sienten, o no le demuestran lo mucho que lo quieren, el niño tampoco lo hará; los métodos para resolver problemas, al ver el niño que ante un problema sus padres se responsabilizan y lo enfrentan sin necesidad de evadir, aprenderán a enfrentar las crisis sin temor a esconderse de nada; las maneras de afrontar responsabilidades.
Asimismo, si el niño frecuentemente observa que sus padres se quejan o evitan el tener una responsabilidad en casa o en el trabajo, este podría hacer lo mismo, pero si actúan adecuadamente tendrán una reacción responsable. Los patrones de comunicación son también importantes: si en casa se recurre a los silencios, los gritos, o la indiferencia, o hay comunicación agresiva, los hijos reaccionan de manera a lo que aprendan.
Los niños pueden percibir si la autoridad ejercida es racional o impositiva, rígida o permisiva, si es la adecuada donde hay un balance entre el amor y la disciplina, y si hay constancia en las reglas que ponen los padres.
Existen varias situaciones donde es indispensable que la pareja presente un frente unido, entre ellas las responsabilidades, pues si hay un descontento por una de las dos partes, al tomar demasiada o no suficiente responsabilidad una persona mientras la otra no participa, lo más posible es que los hijos frecuentemente están escuchando reclamos de una y otra parte, haciéndoles sentir que las responsabilidades son algo tediosas o pesadas, y lo mas seguro es que terminan por aprender cómo huir de ellas al igual que uno de sus progenitores.
En los esfuerzos por alcanzar metas y objetivos, uno debe preguntarse, ¿qué es lo que como padres tienen de metas para sus hijos? ¿Las realiza en conjunto? Tal vez cada uno tiene planes distintos, u objetivos para sí mismos sin pensar mucho en la pareja o en los hijos. Parece algo sencillo, pero muchas parejas no tienen metas en común, mientras que para uno lo más importante es la educación de los hijos, quizás para el otro es más importante tener una casa propia, cada uno critica al otro, y , lamentablemente, en ocasiones ninguno de los objetivos se lleva a cabo.
Es importante recordar que la manera en la cual realicen los objetivos -y, a´´un más, lo que estos sean– inspirará a los niños a lograr los suyos propios. Es indispensable mostrarse unidos como pareja al disciplinar a los hijos, al poner reglas, límites, privilegios, y sanciones que se apliquen como padres.
Cuando existen divisiones los hijos pueden tomar ventaja de esta situación creando un modelo distorsionado de lo que es la autoridad. Si ambos padres están en desacuerdo y uno de ellos procura contrarrestar la influencia del otro, lo unico que lograran es que la familia se desintegre y que ni el padre ni la madre sean objeto de respeto por parte de los hijos.