Dolor y ansiedad: tratamiento seguro y confiable

La ansiedad como síntoma inadvertido

No es extraño que muchos que padecen ansiedad, no lo adviertan como de tal manera consciente, y en lugar de la experiencia psicológica que caracteriza al problema, presenten una amplia gama de síntomas físicos. De entre estos síntomas, resulta de particular importancia el dolor, ya que se trata de otro más de nuestros mecanismos defensivos, que notifica al cerebro de la presencia de una lesión o una alteración funcional en cualquiera de sus aparatos y sistemas. En muchos enfermos, la aparición de cuadros dolorosos se asociara con ansiedad, aun si esta ultima es escasamente advertida.

¿Qué se siente?

La tensión emocional se acompaña de tensión muscular, que es una condición de preparación para enfrentar posibles amenazas de su entorno. La contractura muscular sostenida ocasiona fatiga de este tejido, con la consecuente aparición de dolor. El dolor puede sentirse en cualquier región muscular de nuestro cuerpo; sin embargo, el mas frecuente, es el que procede de los músculos de la cabeza, que se encuentran rodeando al cráneo en la frente, las sienes y la parte posterior de la cabeza, y se le llama “cefalea tensional”, y es comúnmente confundido con migraña. Además de la cabeza, la ansiedad suele provocar dolor en la región posterior e inferior de la cabeza (“dolor de cerebro”), en la parte posterior del cuello, en los hombros y en la parte superior de la espalda.

¿Qué se ve?

Los pacientes con este tipo de dolor producto de la ansiedad, suelen describirlo como ardoroso u opresivo, de moderada intensidad, pero constante, lo que hace difícil de tolerar a pesar de que no es severo. Quienes sufren este dolor no presentan los síntomas que caracterizan al inicio de un ataque de migraña; el dolor tampoco aparece en la mitad de la cabeza como ocurre en la migraña, ni se acompaña de síntomas como intolerancia a la luz, náuseas y vómito. De manera que puede ser posible distinguirlo de esta última enfermedad. Cuando el medico revisa a estos enfermos, es posible que descarte algunas causa responsables de una cefalea, y al tocar las zonas que molestan, es frecuente que encuentre contracturas y dolor.

¿Cómo y cuándo actuar?

Ante un diagnostico de dolor de cabeza tensional, así como también en otro tipo de dolor, en el que el medico intuye un papel importante de la ansiedad como causa, es necesario tener en consideración que, si bien, los analgésicos ofrecen algún alivio, el factor de contractura muscular sostenida, así como la ansiedad que lo ha generado, son prioritarios. Por tal motivo, el empleo de tranquilizantes resulta particularmente eficaz en el corto plazo. Este tipo de fármacos, además de aliviar de manera notable la ansiedad, son excelentes relajantes musculares; el alivio se manifiesta rápidamente. Medicamentos tranquilizantes son magníficas opciones, cuyo empleo bajo prescripción y vigilancia médica ofrecen seguridad y bienestar a los pacientes.

Ayuda interior

Ante un cuadro doloroso de este tipo, el enfermo debe de concentrarse en su estado emocional, intentando hacerse consciente de su estado de ansiedad, a través de percibir manifestaciones como “miedo”, “sensación de que algo inminente va a ocurrir”, “aprensión”, “inseguridad”, revisando también sus circunstancias actuales y su pasado reciente, en busca de eventos o circunstancias generadoras de esta condición. Debe también estar dispuesto a escuchar y comprender que la tensión emocional suele provocar dolor, sin que esto pueda considerarse neurótico o “histérico”. También debe de estar consciente de que si el dolor es originado por la ansiedad, no tiene por ello menos importancia ni requiere un tratamiento superficial.

Ayuda exterior

Buscar ayuda médica es una buena solución, ya que el médico como primera opción descartará otras causas de dolor en este tipo de pacientes, y una vez que diagnostique su origen tensional, le explicará de una forma detallada, cuál es su problema. Es importante tener la certeza que el médico no va a regañarnos o criticarnos, ya que lo más importante es que el paciente no tenga una suposición errónea de que es él, quien puede provocar o controlar el dolor a voluntad. El paciente debe de tener presente que aún cuando el origen del dolor es tensional, el médico le indicará un tratamiento seguro, sin olvidar, que además, explorará su condición emocional, investigando las posibles fuentes de ansiedad detrás del dolor, en un intento de corregirlas para mitigar este “nerviosismo”.