¿Cuál es la relación entre la hipertensión y la ansiedad?
Es muy importante tener en cuenta que las enfermedades mentales, contra lo que suele pensarse. Estos son problemas muy frecuentes y cualquiera de nosotros puede padecer alguna en un momento de su vida.
Un buen ejemplo de esta situación es la ansiedad, un verdadero padecimiento que muchas personas sufren, y que pueden tener síntomas físicos tan variados, que llegue a confundirnos.
Las manifestaciones físicas de la ansiedad, nos pueden confundir haciéndonos pensar que estamos sufriendo una enfermedad del corazón.
La hipertensión y la ansiedad son dos condiciones diferentes que pueden tener síntomas similares, pero se originan por causas distintas y requieren abordajes específicos.
La hipertensión, también conocida como presión arterial alta, es una condición médica crónica en la que la fuerza de la sangre contra las paredes de las arterias es lo suficientemente alta como para causar problemas de salud con el tiempo, como enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares. La hipertensión suele ser silenciosa y no presenta síntomas evidentes en sus etapas iniciales, lo que la hace peligrosa si no se controla. Sus causas pueden incluir factores genéticos, dieta alta en sal, falta de ejercicio y estrés crónico.
Por otro lado, la ansiedad es una respuesta emocional al estrés que se caracteriza por sentimientos de preocupación, nerviosismo o miedo. A diferencia de la hipertensión, la ansiedad se manifiesta a través de síntomas como palpitaciones, sudoración, temblores, y a veces, dificultad para respirar. Estos síntomas pueden parecerse a los de la hipertensión, pero su origen es diferente. La ansiedad es una condición psicológica que puede ser temporal, desencadenada por situaciones específicas, o crónica, como en los trastornos de ansiedad.
Es posible que la ansiedad provoque un aumento temporal en la presión arterial, pero esto no significa que la persona tenga hipertensión. La clave para diferenciarlas está en la persistencia de la presión arterial alta en la hipertensión, frente a la naturaleza episódica de los síntomas de la ansiedad.
Entender estas diferencias es crucial para un diagnóstico adecuado y para recibir el tratamiento correcto. Si experimentas síntomas similares a los de la hipertensión o la ansiedad, es importante consultar a un profesional de la salud para que te realice una evaluación completa y te indique el tratamiento más adecuado para tu caso.
Lo que nos resulta más fácil advertir, son desde luego los síntomas físicos, las molestias en el pecho, la respiración, las palpitaciones, el mareo, como si estas escondieran o “enmascararan” nuestro estado mental alterado.
Esto quiere decir que emociones como la ansiedad, el “nerviosismo” o el temor, están detrás de los síntomas, y de manera natural tendemos a ignorarlas, concentrándonos en las alteraciones cardiacas o respiratorias que estamos sufriendo.
Cuando nos plantean entonces, que nuestros problemas cardiológicos pueden tener que ver con nuestro estado emocional, esta posibilidad puede resultarnos un poco extraña.
Si el médico ha revisado nuestro caso y se inclina por el diagnóstico de ansiedad, es necesario seguir un tratamiento, y para ello se cuenta con medicamentos que son eficaces y seguros.
Si el doctor nos prescribe medicinas, conocidas como ansiolíticos, es aconsejable brindarle nuestra confianza.
Existe información errónea y malintencionada acerca de los daños que los medicamentos tranquilizantes pueden provocarnos, especialmente porque puedan provocarnos adicción. Este tipo de problemas son típicos del uso de otras sustancias, como la cocaína, de la que se pudiera abusar para fines recreacionales.
El empleo de tranquilizantes bajo prescripción y vigilancia médica no solo es seguro y confiable, sino que resulta sumamente útil para aliviar nuestras molestias.
No es raro que, en primer lugar, tratemos de evitar los síntomas que padecemos ante el temor que nos provocan, o que creamos que estamos teniendo un infarto, una falla en el ritmo cardiaco, una embolia o algún otro problema del corazón.
En este tipo de situaciones, es recomendable que intentemos detenernos un poco en lo que estamos experimentando, de tal manera que podamos percibirlos y describirlos a detalle.
También es posible pensar que se trata de nuestra imaginación, que estamos creando nuestros propios síntomas. Esto no es así, por el contrario, la ansiedad se debe a una serie de alteraciones en las funciones de nuestro organismo, por lo que es muy importante solicitar ayuda médica. Pero, sobre todo, debemos tratar de identificar nuestro estado emocional.
El médico deberá practicarnos un examen físico cuidadoso, de tal manera que cuente con los elementos para diagnosticar la ansiedad.
Este diagnóstico no significa de ninguna manera que la enfermedad no tenga importancia, que la estemos provocando, o que estemos mal porque no podemos hacer un esfuerzo y controlarnos. Este tipo de ideas son frecuentes, y solo sirven para retrasar la ayudad profesional adecuada.
La ansiedad es una enfermedad cuyas bases genéticas, ambientales y funcionales están bien identificadas hoy en día. Recurrir al médico es muy útil, por lo que es importante platicarle detalladamente nuestros síntomas, para que tenga toda la información necesaria que el permita identificar qué nos sucede.
Si tienes problema con ansiedad, o la confundes con hipertensión, agenda una cita con nosotros en la Clínica de Depresión. Nosotros podemos ayudarte a identificar los principales síntomas y a que averigües cuál es la molestia que estás viviendo. Para eso puedes escribirnos a nuestra página web o a nuestras redes sociales. Así agendarás una cita. ¡Sal de la incertidumbre!