Enfrentando la pérdida de un ser querido

Enfrentando la pérdida de un ser querido

Enfrentando la pérdida de un ser querido

La tristeza y la angustia son elementos que compartimos todos los seres humanos al enfrentar la inminente pérdida de un ser querido. Ya sea por enfermedad terminal, como el cáncer avanzado, o de forma abrupta, como un accidente automovilístico. Es una de las mayores pruebas de adaptabilidad que tarde o temprano la mayoría de nosotros enfrentaremos y manejaremos: la pérdida de un ser querido. A esta pérdida le llamamos ‘duelo’.

A lo largo de la historia, el duelo ha sido una experiencia universal tratada de diversas maneras según la cultura y la época. En las sociedades antiguas, el duelo se manifestaba a través de rituales y ceremonias diseñadas para honrar a los fallecidos y facilitar el proceso de aceptación de la pérdida. En Egipto, por ejemplo, la muerte era vista como un paso hacia la vida eterna. Esto reflejaba en prácticas funerarias elaboradas, como la momificación y la construcción de tumbas monumentales. Los griegos y romanos también tenían rituales específicos, que incluían ofrendas a los dioses y celebraciones públicas en honor a los muertos.

Durante la Edad Media, el duelo estaba profundamente influenciado por la religión, con la creencia en el cielo y el infierno dando forma a las actitudes hacia la muerte. La iglesia católica jugó un papel central, dictando cómo se debía llevar a cabo el luto, incluyendo períodos específicos de duelo y la realización de misas en honor al difunto.

¿Qué es el duelo?

El duelo es un proceso emocional profundo que experimentamos ante la pérdida de alguien a quien amamos y estimamos.

Es una respuesta natural que abarca una amplia gama de sentimientos, como la tristeza, la confusión y, en algunos casos, la negación. Este proceso no se puede evitar ni apresurar, ya que superar un duelo lleva tiempo, generalmente meses, y cada persona lo vive de manera única.

Las manifestaciones del duelo varían considerablemente según el contexto cultural. En algunas culturas, el duelo se expresa de manera pública y ritualizada, con ceremonias que permiten a la comunidad compartir el dolor de la pérdida. En otras, el duelo es un proceso más privado y silencioso, en el que las emociones se manejan internamente. Existen también comunidades donde la muerte no es vista como un final absoluto, sino como una parte del ciclo continuo de la vida, lo que influye en cómo se maneja el duelo.

A pesar de las diferencias culturales, los sentimientos experimentados durante el duelo son similares en muchas partes del mundo. La negación es común en las primeras horas o días después de la pérdida, incluso si la muerte era esperada. Esta sensación de irrealidad puede ser útil temporalmente, ayudando a la persona a realizar los arreglos necesarios, como informar a los familiares o planificar el funeral. Sin embargo, si esta negación se prolonga, puede complicar el proceso de duelo.

Participar en rituales como asistir al funeral o ver el cuerpo puede ser doloroso, pero son pasos importantes para aceptar la realidad de la pérdida. Estos actos permiten comenzar a despedirse y a enfrentar la realidad de la muerte, facilitando el inicio del proceso de sanación. Evitar estas etapas puede retrasar el duelo y generar un profundo arrepentimiento en el futuro.

¿Cómo se supera el duelo?

Superar el duelo es un proceso que, con el tiempo, permite a las personas adaptarse a la pérdida y encontrar una nueva forma de seguir adelante.

En las primeras semanas, generalmente alrededor de dos semanas después de la pérdida, la sensación de aturdimiento inicial comienza a desvanecerse. Este estado puede ser reemplazado por sentimientos de angustia, inquietud y enojo, que dificultan la relajación, la concentración y el descanso adecuado. Durante esta etapa, es común que el sueño se vea afectado. Esto ocurre con la aparición de sueños perturbadores o la sensación de ver al ser querido fallecido en lugares cotidianos, como en la calle o en el parque.

El enojo es una emoción frecuente en esta fase del duelo. Las personas pueden sentir ira hacia los médicos y enfermeras, por no haber hecho lo suficiente para prevenir la muerte, o hacia amigos y familiares que, en su percepción, no brindaron el apoyo necesario. Incluso, este enojo puede dirigirse hacia la persona fallecida, por haber dejado a los demás enfrentando la pérdida. Junto a este enojo, a menudo surge el sentimiento de culpa, donde se reconsidera lo que podría haberse hecho de manera diferente para evitar el desenlace fatal. En estas reflexiones, se olvida que, en la mayoría de los casos, la muerte está fuera del control de cualquier persona.

El sentimiento de culpa también puede aparecer en situaciones donde se experimenta alivio tras la muerte de alguien que padecía una enfermedad prolongada y dolorosa. Este alivio, aunque natural, puede generar un conflicto interno al ser percibido como inapropiado o insensible.

¿Cómo se siente cuando se va pasando el duelo?

A medida que el duelo avanza, las intensas emociones de inquietud y angustia comienzan a transformarse en una tristeza más silenciosa y profunda.

Durante esta etapa, es común que la persona en duelo experimente un retraimiento social y cambios bruscos en el estado de ánimo, lo que puede resultar desconcertante para amigos y familiares. Entre las cuatro y seis semanas posteriores a la pérdida, los períodos de depresión tienden a ser más frecuentes e intensos. Esta fase es un momento de reflexión profunda, donde la tristeza se convierte en una parte esencial del proceso de aceptación de la muerte.

Con el paso del tiempo, el dolor agudo que caracterizaba las primeras etapas del duelo empieza a disminuir gradualmente. La depresión, aunque todavía presente, comienza a suavizarse, permitiendo que la persona en duelo recupere poco a poco la capacidad de pensar en otros aspectos de su vida y, eventualmente, comenzar a mirar hacia el futuro. Sin embargo, la sensación de haber perdido una parte de uno mismo persiste, y aunque el proceso de duelo avanza, esa ausencia nunca desaparece por completo.

En esta etapa final del duelo, se alcanza un punto crucial: el momento de “dejar ir” a la persona que ha fallecido. Esto no significa olvidar o dejar de amar, sino más bien aceptar la realidad de la pérdida y encontrar una manera de seguir adelante con la vida. A medida que la depresión cede por completo, los patrones de sueño se regulan nuevamente y la energía vital regresa a su nivel habitual. Es en este momento cuando la persona en duelo puede comenzar a integrar la experiencia de la pérdida en su vida diaria, encontrando un nuevo equilibrio y, quizás, un nuevo propósito o sentido en su vida.

Clínica de Depresión, tu principal aliado

La muerte de un ser querido pone nuestro mundo de cabeza, y es una de las experiencias más dolorosas que podemos soportar. Puede ser extraño, terrible, y abrumador. A pesar de ello, constituye una parte de la vida por la que todos atravesamos, y habitualmente no requiere atención médica.

Si necesitas ayuda para sobrepasar un duelo en la Clínica de Depresión somos tus principales aliados en Culiacán. Escríbenos a nuestra página web o a nuestras redes sociales.